Las Definiciones Científicas Correctas y el Derrumbe de los Mitos Darwinistas
Si hoy día se preguntase a los periodistas, escritores, filósofos, científicos, académicos o estudiantes universitarios porqué creen en la teoría de la evolución, la mayoría de las respuestas carecerían de fundamentos valederos. Enumeraremos sus más comunes pronunciamientos y a renglón seguido porqué son incorrectos.
1. Los experimentos científicos han demostrado que la vida se originó espontáneamente, como resultado de reacciones químicas.
Eso no es cierto, pues se ha explicado la imposibilidad teórica de los mismos y no hay ninguna prueba de laboratorio que los respalde.
2. Los registros fósiles evidencian la existencia del proceso evolutivo en el planeta.
Eso no es cierto, porque todos los registros fósiles revelan una historia natural totalmente distinta de la que surge de la teoría darwinista: las especies no pasaron a existir por etapas a través de algún proceso evolutivo, sino que fueron creadas con todos sus atributos de manera instantánea.
3. El fósil de Arquéopterix prueba la tesis de que los pájaros evolucionaron a partir de los reptiles.
Eso no es cierto, pues hoy día se sabe que el Arquéopterix era un ave en todo sentido, capaz de volar. Por otra parte, nunca se ha encontrado un reptil antecesor de las aves. Es decir, no hay ninguna evidencia que respalde las afirmaciones evolucionistas respecto al origen de estas últimas.
4. La “evolución del caballo” es uno de los ejemplos mejor documentado que respalda la teoría de la evolución.
Eso no es cierto. Investigaciones hechas en años recientes demostraron que los cuadrúpedos de la “secuencia caballar”, presentada según el tamaño de menor a mayor, no son uno antecesor de otro. Además, lo que se exhibe como supuestos antecesores de los caballos, en realidad, aparecieron después.
5. Las polillas de la época de la revolución industrial en Gran Bretaña, ofrecen una prueba de la existencia del evolucionismo por medio de la selección natural. Eso no es cierto. Las polillas no cambiaron de color sino que al principio de aquella época la mayoría era de un color más claro y luego, con la modificación de las condiciones ambientales, disminuyeron las más claras y aumentó el número de las más oscuras. Cuando se descubrió el fraude de la supuesta “selección natural”, los evolucionistas perdieron otra de sus “pruebas documentadas”.
6. Entre los restos fósiles hay rastros de “hombres monos”, los cuales sirven de testimonio de que los seres humanos descendieron de un antecesor común a ambas especies.
Eso no es cierto. Todas las afirmaciones en tal sentido se apoyan solamente en supuestos prejuiciosos, al punto que hasta los darwinistas se vieron forzados a admitir que no hay ninguna evidencia fósil de la evolución humana. Por ejemplo, el paleoantropólogo evolucionista Richard Leakey escribe:
Quien es citado por Richard Leakey, también es un paleontólogo evolucionista pero admite lo siguiente:
Se ha demostrado que los fósiles que se afirmaba eran de los supuestos antecesores de los seres humanos, pertenecen a especies extintas de monos o a diferentes razas de humanos. En consecuencia, a los evolucionistas no les queda una sola prueba que sirva de sostén a sus tesis respecto al antecesor común de los simios y de nosotros.
7. Los embriones de humanos y de otras criaturas pasaron por el mismo “proceso evolutivo” en el vientre de sus madres o en el huevo, al punto que los de humanos poseen branquias que luego desparecen.
Lo dicho no es cierto. Se ha demostrado que las suposiciones mencionadas, hechas al principio por el biólogo evolucionista Ernst Haeckel, carecen absolutamente de fundamento y son sólo inventadas. En los dibujos que hizo éste, introdujo cambios de manera deliberada para sugerir la semejanza de los embriones de distintas especies. No obstante, hasta los científicos darwinistas tuvieron que aceptar luego que se trataba de algo fraguado.
8. Los humanos y otros seres poseen órganos atrofiados debido a que perdieron su funcionalidad. Incluso gran parte del ADN denominado “chatarra”, no cumple ninguna función.
Lo dicho no es cierto. Hoy día se sabe que se llegó a creer ese tipo de cosas debido al poco conocimiento en la materia. Al pasar el tiempo y avanzar los descubrimientos científicos, se supo que todos los órganos y genes son funcionales. Es decir, se comprobó que no existen órganos que se volvieron inútiles en un supuesto proceso evolutivo. En consecuencia, los nuevos datos evidenciaron que las criaturas, con todos sus órganos y componentes, no son el producto de la casualidad sino de una creación sin tacha y que el llamado “ADN chatarra” no es tal.
9. Las variaciones en una especie determinada, como ser las medidas y formas de los picos de los pinzones de las Islas Galápagos, se trata de una prueba indeleble de la evolución.
Eso no es cierto. Los microcambios en la estructura de los picos de las aves no corresponden a ningún proceso evolutivo puesto que no pueden dar lugar a características biológicas nuevas, bajo la forma de órganos nuevos. Hasta los darwinistas comprueban hoy día que las variaciones dentro de una especie no se traducen para nada en seres evolucionados.
10. Se lograron nuevas especies a través de producir mutaciones en las moscas de la fruta. Eso no es cierto. Dichos experimentos sólo produjeron individuos estériles o físicamente deteriorados. Ha quedado en claro que las mutaciones no aportan nada a favor de las tesis evolucionistas, pues nunca se observó algún cambio benéfico.
Gran parte de los entrevistados que creen en el evolucionismo, saben muy poco de los ejemplos antes mencionados o los conocen superficialmente. Simplemente, están convencidos de las ficciones que leyeron alguna vez o escucharon a sus profesores de la escuela secundaria y no les interesa profundizar en el tema.
Y esto que decimos no es algo carente de fundamento sino que posee sólidas evidencias dadas por científicos críticos de la teoría de la evolución, como lo podrá ver a continuación.
El conocido biólogo norteamericano Jonathan Wells4, denomina a los mitos darwinistas “íconos del evolucionismo”. Al hablar de “ícono” se refiere a las creencias falsas y supersticiosas admitidas por los materialistas sin meditar en ellas. Dicho término se aplica normalmente a objetos de veneración de algunas pseudorreligiones, para que sus miembros los acepten como sagrados. Entre los que usa la teoría de la evolución (que en realidad es una “religión atea”)5 para que sus “devotos” la respalden, se encuentran los dibujos del “hombre mono”, de “las branquias en el embrión humano” y otros por el estilo. Pero cada uno de ellos se trata de un mito sin fundamento. El libro de Wells, Los Iconos de la Evolución: ¿Ciencia o Mito? ¿Por Qué Mucho de lo Que Se Enseña Acerca de la Evolución es Falso?, enumera diez –que son los que expusimos antes aquí– y explica detalladamente porqué resultan inválidos.
El conocido biólogo norteamericano Jonathan Wells4, denomina a los mitos darwinistas “íconos del evolucionismo”. Al hablar de “ícono” se refiere a las creencias falsas y supersticiosas admitidas por los materialistas sin meditar en ellas. Dicho término se aplica normalmente a objetos de veneración de algunas pseudorreligiones, para que sus miembros los acepten como sagrados. Entre los que usa la teoría de la evolución (que en realidad es una “religión atea”)5 para que sus “devotos” la respalden, se encuentran los dibujos del “hombre mono”, de “las branquias en el embrión humano” y otros por el estilo. Pero cada uno de ellos se trata de un mito sin fundamento. El libro de Wells, Los Iconos de la Evolución: ¿Ciencia o Mito? ¿Por Qué Mucho de lo Que Se Enseña Acerca de la Evolución es Falso?, enumera diez –que son los que expusimos antes aquí– y explica detalladamente porqué resultan inválidos.
La Religión y la Ciencia Nunca se Oponen
Antes de escribir sobre la defunción de los mitos darwinistas, debemos exhibir la absoluta carencia de valor de otra idea que une a los defensores de la teoría de la evolución.
Nos referimos al falso supuesto de que el concepto de Creación es una teoría sólo válida para los creyentes en Dios, pero no para la ciencia, y que entre ésta y la religión hay un conflicto permanente. En función de ello los cientificistas norteamericanos dicen que la enseñanza en las escuelas debería ser sólo a nivel de lo material, con lo que deslizan el argumento “del desacuerdo permanente entre los científicos y las iglesias”. Y algunos medios de comunicación se hacen eco de eso.
Debemos tener en cuenta, en primer lugar, que la Creación es confirmada por la ciencia. El actual debate evolución versus creación, no se da entre los científicos y las iglesias sino entre los estudiosos que creen tercamente en la teoría de la evolución y otros colegas que consideran a ésta inválida. Todas las evidencias disponibles desacreditan el darwinismo. Una de ellas, muy importante, es que éste perdió influencia en los EE. UU. en la segunda mitad del siglo XX. Ello llevó a proponer en Kansas, Georgia y Ohio que los centros de enseñanza se aboquen a presentar los argumentos que determinan la invalidez del evolucionismo. Los miembros de la poderosa oposición a la teoría de la evolución son científicos de notables universidades del país. En el decenio de 1970 el profesor Dean Kenyon escribió una tesis sobre el origen de la vida y la evolución química, lo cual lo convirtió en uno de los darwinistas más conocidos. Pero hoy día integra uno de los movimientos contrarios a la teoría de la evolución y cree que el origen de la vida no puede ser explicado por ésta sino solamente, por la creación.
El Legado del Dogmatismo, desde Epicúreo al Darwinismo
Benjamín Wiker enseña ciencia y teología en la Universidad Franciscana. Su libro Darwinismo Moral: Cómo nos Volvemos Hedonistas, hace un relato detallado de la forma en que la “teoría de la evolución” de Darwin es una visión puesta al día de la filosofía materialista del pensador griego Epicúreo y de su equivalente romano, Lucrecio.
Darwin, al escribir sus conceptos anticientíficos, siguió al pie de la letra una serie de ideas de ambos:
1. La naturaleza es un sistema que se autorregula.
2. Entre las criaturas vivas existe una lucha por la vida inmisericorde, lo cual conduce a la evolución por medio de la selección natural.
3. Debería evitarse dar una explicación "teleológica" de la naturaleza y de lo viviente (es decir, que pasaron a existir con un propósito).
Lo sorprendente es que estas elucubraciones no son científicas. Ni Epicúreo ni Lucrecio realizaron experimentos u observaciones metódicas y sólo usaron una lógica alineada a sus deseos, partiendo de un interesante punto de vista: el rechazo, de hecho, de la existencia de un Creador, porque se vinculaba a la existencia del Más Allá. Epicúreo niega totalmente la posibilidad del otro mundo. En otras palabras, adopta el ateísmo y construye una visión del universo basada en el mismo. Es decir, explica a éste y el origen de la vida como productos del azar, se opone a la participación del Originador y pone las bases para los criterios evolucionistas.
“El primer ‘darwinista’ no fue Darwin sino Epicúreo, quien nació en la Isla de Samos (Grecia) alrededor del año 341 a.C. Fue él quien estableció las bases filosóficas del darwinismo al inventar una cosmología (atea) completamente materialista, en la que la materia desenfrenada sin rumbo o propósito determinado y el tiempo infinito, produjeron, como resultado de afortunados accidentes, no solamente la Tierra, sino también la variedad de formas de vida que se encuentran en ella…”
Después de decir el autor que ese invento no se basó en evidencias sino en los deseos de quien lo pergeña para poder separar al mundo de su Creador, manifiesta:
“…El epicureísmo y la modernidad se ven unidos por el desprecio a la religión, motivo por el cual los darwinistas son los herederos del filósofo griego. El materialismo epicúreo se volvió el credo fundamental del materialismo científico moderno a través de un sendero largo y tortuoso, es decir, de la cosmología materialista que asumió Darwin en El Origen (de las Especies), la cual aún es el cimiento del rechazo del diseño en la naturaleza (por parte de un Creador)”6.
Quienes hoy día defienden inflexiblemente la teoría de la evolución, no están al lado de la ciencia sino junto al ateísmo. Que Darwin se ligue a Epicúreo, en el rechazo del Creador, surge del convencimiento de que aceptar la existencia de Dios se contradice con sus preconceptos.
El Todopoderoso describe plenamente en el Corán la situación de los no creyentes: Y los negaron (a los signos de Dios) injusta y altivamente, a pesar de estar convencidos de ellos… (Corán, 27:14). Y El revela también: ¿Qué te parece de quien ha divinizado su pasión?... (Corán, 25:43).
El “clan” epicuriano-darwinista rechaza la existencia de Dios sólo porque entra en conflicto con sus deseos y pasiones. En esto se parece mucho a lo descrito en el último versículo mencionado. Por lo tanto, resulta muy engañoso considerar que los argumentos de evolucionistas y creacionistas representan un antagonismo entre ciencia y religión.
Desde tiempos antiguos existen dos explicaciones distintas del origen de la vida y del universo. Con el objeto de comprender cuál de ellas es científicamente correcta, tenemos que considerar los descubrimientos realizados hasta la fecha. Aquí y en mis otros libros veremos como todos ellos demuestran que la teoría de la evolución es errónea y que lo verdadero es la Creación.
Es Falso Que la Ciencia Deba Ser Atea
No hay ninguna compulsión para que la ciencia sea atea, es decir, para aceptar y mantener el dogma de que el universo está compuesto sólo de materia y que no existe ningún estado conciente independiente de la misma. La ciencia debe indagar y marchar hacia donde le conducen los descubrimientos auténticos
Distintas ramas de la investigación, como la astrofísica, la física y la biología, demuestran claramente la creación del universo, pues las realidades del caso son imposibles de explicar en función de sucesos casuales. Todos los experimentos apuntan al Creador. Dicho en otras palabras, señalan que Dios ha creado los cielos, la Tierra y todo lo animado e inanimado que hay entre nosotros por medio de Su poder e inteligencia eternos.
En las páginas que siguen mostraremos que el ateísmo, que es la “fe” que no se puede demostrar, así como su principal puntal, el darwinismo, han colapsado.
Footnotes
2- Robert D. Martin, Primatların Orijini ve Evrim, Princetown Üniversitesi Yayınları, 1990, s.82
3- David Pilbeam, American Scientist, Sayı 66, Mayıs-Haziran, 1978, s.379
4- Jonathan Wells, California Berkeley Üniversitesi'nde biyoloji lisansı ve moleküler biyoloji doktorası yapmış bir bilim adamıdır. Ayrıca Yale Üniversitesi'nde de ikinci doktorasını yapmıştır. Halen Seattle'daki Discovery Institute'da çalışmalarını sürdürmektedir.
5- Evrimin bir din olarak tanımlanması bazı okuyuculara garip gelebilir, ama son derece yerindedir. Din, bir insanın inandığı ve hayata bakışını belirleyen temel prensipleri ifade eder. İnsana materyalist bir bakış veren ve bilime değil inanca dayanan evrim teorisi de bir dindir. Bu teoriyi din olarak tanımlayanlar arasında Julian Huxley veya Pierre Teilhard de Chardin gibi bazı evrimcilerin de yer aldığını belirtmek gerekir.
6- Benjamin D. Wiker, "Does Science Point to God? Part II: The Christian Critics", The Crisis Magazine, Temmuz-Ağustos 2003, http://www.crisismagazine.com/julaug2003/feature1.htm
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18 Mayıs 2016 Çarşamba
Las Definiciones Científicas Correctas y el Derrumbe de los Mitos Darwinistas
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